Cuando entre en la calle Londres te vi, tus brazos se extendieron y una sonrisa gigantesca broto de tu rostro, te abrase fuerte y un beso en mis labios fueron mi bienvenida a este mundo de ensueño al cual me llevas. Y a pesar que el tiempo pase, sigue brillando eternamente, tus palabras, la fuerza de cómo hablas de tu trabajo, como prestas atención a mis comentarios y opiniones ante lo que conversamos, pero sobre todo siento que en tus palabras hay “verdad”. Que cuando me dices: "te quiero, te amo", todo dentro de mi sabe que no es mentira, y a pesar de que nuestra forma de querernos es poco entendible ante los paradigmas del resto, eso me tiene sin cuidado. Porque no hay regla existen de cómo querer a alguien; mas sé y siento esto por ti, además me demuestra que estoy vivo y que tengo la fortuna desde lo alto de sentir este milagro.
* fotografía de : Eduardo Gallardo Santander